Desinformación y Fake News

Enviado por Daniel Muñoz Egido el Vie, 03/07/2020 - 12:30
Texto "Fake News" en rojo dentro de un periódico

Las fake news son bulos difundidos a través de contenidos pseudo-periodísticos, es decir, cuentan con los elementos de noticia periodística,  y que son difundidos a través de portales de noticias, muchos de ellos de dudosa reputación, prensa escrita, radio, televisión, y de manera muy especial, por redes sociales, y cuyo principal objetivo es la desinformación, procurar el desconocimiento o ignorancia en relación a un determinado problema o asunto.

Es decir, las fake news son noticias falsas que no se corresponde con ningún hecho que pueda ser considerado verdadero o demostrable por los métodos científicos, ni incluso por hechos históricos. A pesar de ello, muchas de estas noticias falsas son aceptadas por la opinión publica (en mayor o menor medida) como creíbles o verosímiles por una amplio número de ciudadanos lo que puede provocar desde crisis políticas a problemas de seguridad para un estado o territorio concreto.

Como hemos comentado anteriormente, las fake news cuentan con los elementos formales y conceptuales de la noticia periodística con el objetivo de hacer a la información contenida en ellas creíbles para la y el ciudadano que la consume. Las principales características que tiene una noticia falsa son:

  • Se basan o parten de algunos elementos que son considerados como ciertos, ya sean noticias, personajes, lugares, hechos de actualidad, etc.
  • Generan sorpresa al lector, siendo presentadas de manera atractiva y sensacionalista, utilizando para ello títulos atrayentes que invitan a su lectura.
  • El hecho noticiable es presentado en un medio de reciente creación o de escasa trazabilidad, como pueden ser aquellos alojados en países extranjeros donde es difícil investigar su origen o promotores.
  • Al contrario que la noticia periodística real, las fake news no suelen identificar fuentes fiables o reconocidas. Si se diera el caso de que sí se aportaran fuentes, sólo se hace uso de aquellas que ayudan a reafirmar el contenido de la noticia falsa y no se ofrece ninguna voz crítica o que ponga en duda su contenido.
  •  En muchas ocasiones no sólo buscan un impacto a corto plazo, si no que también pueden estar diseñadas para generar desinformación en el medio y largo plazo, y siempre confiando en que definitivamente medios de prestigio se hagan eco de ellas y las reproduzcan, favoreciendo así su difusión.

Las fake news siempre persiguen generar desinformación. La desinformación tiene la intención específica de engañar o manipular y no debe confundirse con las informaciones erróneas, ya que estas últimas carecen del elemento esencial de intencionalidad para que sean consideradas como tal. Esta (des) información adopta en la gran mayoría de los casos, como ya hemos comentado, la forma de noticias, ya sean en su formato tradicional o a través de los nuevos canales (redes sociales, plataformas digitales de contenido audiovisual, etc.).

La desinformación y las fake news han existido siempre, pero en estos tiempos de internet han cobrado una gran importancia como consecuencia del proceso de desintermediación producido por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). En la actualidad sólo hace falta de un ordenador o un smartphone conectado a internet, y el uso de alguna red de distribución de información, como puede ser Facebook o Twitter para llegar a una gran (enorme) masa de posibles lectores u oyentes.

 

La infoxicación es el exceso de información. Es, pues, lo mismo que el information overload. Es estar siemre "on", recibir centenares de informaciones cada día, a las que no puedes dedicar tiempo. Es no poder profundizar en nada, y saltar de una cosa a la otra. Es el "working interruptus". Es el resultado de un mundo en donde se prima la exhaustividad ("todo sobre") frente a la relevancia ("lo más importante") (Cornellá 2013).

 

Y es que la propia internet lleva implícita la desinformación derivada de un proceso de sobreinformación, también conocida como sobrecarga informativa o infoxicación, término este último acuñado por Alfons Cornellá en 1999. Podríamos decir que la infoxicación es la enfermedad de la sociedad digital del siglo XXI ya que nos paraliza y nos impide avanzar hacia los propósitos que nos hemos marcado, ya sea en un plano individual como colectivo u organización.

 

 

La desinformación ha sido empleada históricamente por los diferentes estamentos de poder para promulgar información más conforme a sus intereses que a la realidad. Uno de los procesos de desinformación más destacados que podemos encontrar históricamente fue el de las Brujas de Salem (1688), en el que el pastor de esta localidad en su momento colonia británica del actual estado de Massachusetts, Samuel Parris, decidió difundir la idea de que la localidad estaba siendo atacada por el demonio para aplacar las crecientes críticas a su gestión y que habían llevado a una buena parte de la comunidad a dejar de pagar las tasas de las cuales salía su salario. Para ello decidió utilizar el extraño comportamiento de su propia hija.

En la actualidad no precisamos emplear estas ideas, pero el funcionamiento de la desinformación sigue siendo muy parecido: dirigir el pensamiento de la población hacia un determinado tema, sobre el cual se dan una serie de informaciones erróneas de manera malintencionada, las fake news, con el fin de crear un estado de opinión determinada, en muchas ocasiones para favorecer unos determinados intereses, pero en muchos otros por un simple objetivo de odio hacia ciertos colectivos, como pueden ser emigrantes, partidos políticos o sus votantes, determinados colectivos sociales, etc.

Greenpeace recoge algunos datos que nos ayudarán a entender cómo se desarrollan los procesos de desinformación en la sociedad actual muy mediada tecnológicamente:

  • Para el 95,1% de la población española la mensajería instantánea es el canal preferido para comunicarse, por encima incluso de la comunicación en personal, y se eleva al 96,8% para personas en edades de entre 14 y 24 años (Fundación Telefónica).
  • En España un 86% de la población no es capaz de distinguir una información verdadera de una falsa, a pesar de que el 60% de la población cree que sabe distinguir bulos (Press Digital).
  • España en el país europeo donde más se cree en los bulos (IPSOS), justo por delante de las y los ciudadanos suecos, polacos, belgas, alemanes, franceses, británicos o italianos.
  • El 83% de la población europea percibe las noticias falsas como un problema para la democracia en general (Comisión Europea), y perciben a los medios tradicionales (70% radio, 66% televisión, y periódicos y revistas 63%) como aquellas fuentes de información en las que más se puede confiar.
  • El 69,5% de la población española considera que las noticias falsas pueden alterar los resultados electorales (S2 Grupo).
  • Para 2022 la mayoría de la ciudadanía de países de economías maduras consumirá más información falsa que la verdadera (Gartner).

 

 

Alonso Arévalo (2019) hace referencia a un dato realmente relevante para entender el proceso de desinformación. Según un estudio realizado por Vosoughi y otros investigadores del Massachusetts Institute of Techology (MIT), las noticias falsas (fake news) en internet se propagan 6 veces más rápido que las verdaderas  y tienen un 70% más de posibilidades de ser redifundidas por la red. Para poder luchar contra este fenómeno, que como hemos mencionado a lo largo de este post no es nuevo, el CCN-CERT, en su informe "Desinformación en el ciberespacio" nos ofrece un decálogo de recomendaciones que nos pueden ayudar a detectar cuando, ante una noticia o hecho noticioso, nos podemos encontrar ante una campaña de desinformación:

  1. Analiza la fuente de las noticias que recibes y consumes, especialmente de las plataformas digitales "no tradicionales" con escasa transparencia.
  2. Duda de los pantallazos o screenshots que recibes por redes sociales, ya que estas imágenes son fácilmente manipulables mediante el empleo de sencillos programas que permiten retocarlas o modificarlas con falsos titulares o dándoles algún criterio de confiabilidad, como puede ser la procedencia de la misma.
  3. Saber quién ha compartido la noticia y en qué contexto, ya que no es lo mismo que ésto lo haya hecho un contacto conocido que una fuente anónima de la cual no conocemos nada. Incluso si la misma ha sido compartida por un contacto conocido, debemos aplicar ciertos criterios de precaución, como pueden ser conocer la fuente de la misma, la fecha, y si otros medios de comunicación, especialmente aquellos de mayor confiabilidad, han reproducido la misma.
  4. Cada vez nos encontramos con más "falsas cuentas humanas", es decir, aparentes cuentas utilizadas por una persona pero que en verdad están manejadas por robots, conocidos como bots, y en algunas ocasiones por personas que gestionan centenares de perfiles en redes sociales. Antes de confiar en una información distribuida en una red social es una buena idea comprobar el perfil digital del autor, cuántas cuentas sigue, cuantas personas le siguen, si genera contenido propio, si hace un uso excesivo de la red social, etc.
  5. Debemos intentar salir del algoritmo en el que sin quererlo ni sabemos nos introducen las plataformas digitales y por medio del cual nos ofrecen información personalizada en función de nuestros supuestos gustos, aficiones u opiniones. Esto puede tener como consecuencia que sólo recibamos aquella información que queramos recibir, y recuerda, sólo seremos capaces de formarnos una opinión bien formada, crítica y contrastada si estamos dispuestos a escuchar y leer fuentes de información alternativas y que nos muestren noticias y opiniones con las que no estamos de acuerdo.
  6. Nunca debemos dejar de leer la letra pequeña, ya que es en ella donde solemos encontrar la información falsa. Recordemos que toda fake new parte de algún dato o imagen que suele ser verdaderos, que junto a un titular sugerente y un texto (letra pequeña) que puesto todo junto y descontextualizado, puede inducir a una interpretación errónea de la realidad. Debemos leer la noticia completa y analizar si todos los datos están contrastados y se citan las fuentes y fechas de la misma.
  7. Debemos mantenernos alerta a los contenidos patrocinados de origen desconocido. Como norma general deberíamos desconfiar de todos aquellos anuncios patrocinados de contenido político o que generen polémica, especialmente aquellos que provengan de perfiles anónimos o no identificados con asociaciones, partidos políticos o instituciones del país perfectamente identificados.
  8. Que determinados personales mediáticos de relevancia puedan participar en un hecho noticioso no hace el contenido del mismo verdaderos, y nunca sabemos en la gran mayoría de los casos los motivos políticos o económicos por los cuales estos personajes deciden participar en, por ejemplo, discusiones políticas o sociales de determinados países.
  9. La mejor manera de luchar contra la desinformación es mantener un pensamiento crítico y la cabeza fría, evitando entrar en espirales de odio o descalificaciones, que en muchas ocasiones son promovidos por agentes o grupos encubiertos en el anonimato de las redes.
  10. Nuestra actitud antes las noticias falsas no en menor, y nosotros podemos contribuir a para un conflicto. Piensa que todos somos parte de la cadena de las campañas de desinformación, por lo que si con nuestra actitud ayudamos a romper dicha cadena y no difundir las fake news, seremos una parte imprescindible en la lucha contra estos procesos de desinformación. Debemos mantenernos siempre alerta de los contenidos informativos que recibimos a través de nuestros dispositivos electrónicos y no contribuir con nuestra acción a propagar informaciones no contrastada o de dudosa procedencia.

En conclusión, las fake news  es pseudo-información distribuida masivamente por medios electrónicos, fundamentalmente en redes sociales, con el objetivo de producir desinformación o confusión en relación a un determinado tema con el fin de favorecer determinados intereses geopolíticos o sociales. Nuestra actitud ante estas noticias en de vital importancia para detener su propagación pero sobre todo, para ayudarnos a desarrollar un pensamiento crítico y contrastado.

 

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